25/3/11

La máquina del tiempo V

Pero cuantísimo polvo tiene la pobre maquinita del tiempo... *Coge aire para gritar*  "¡Maik, por Tutatis! A ver si usas ya la maldita máquina, ¡que se muere de asco y está triste porque dice que no la quieres y que nunca la has usado!" *El muy mortífago no contesta*

Toso un poco y con el viento que creo, el polvo desaparece. Mi querida Máquina del tiempo ya está limpia y reluciente, así que me subo a ella rápidamente. Me pongo el cinturón (¡ponte el cinturón, protege tu vida, la seguridad es muy importante! lalala) y sin mirar, muevo la palanca para seleccionar el año al que vamos. A saber dónde caeré... ¿Me acompañas para descubrirlo?



Uh. Parece que estamos en el año 2002... O tal vez es el 2003, quién sabe. Sea como sea, me encuentro en un aula del colegio en el que estudié. Ahí me veo a mí misma rellenando un examen de un libro de lectura. La autora es la austríaca Christine Nöstlinger, y el título, Konrad o el niño que salió de una lata de conservas. La portada es más bien feúcha, pero el interior lo compensa con creces.

Como la mayoría de libros que me trae a la memoria La Máquina del tiempo, es el humor que destilan las páginas de este libro lo que me cautivó cuando lo leí en su día. La señora Berti Bartolotti es una mujer divorciada aficionada a encargar toda clase de cosas por correo. Llega a tales extremos que ni siquiera recuerda qué ha comprado. Lo que no podía esperar es que cuando recibe un paquete con una enorme lata de conservas, sale un niño que la llama mamá.

La desorganizada Bartolotti, que no tiene ni idea de criar a una criatura, se tiene que enfrentar a un niño perfecto, que siempre dice y hace lo que se espera de él. Dado que tiene que encargarse de él, decide educarlo de la única forma que sabe; por llamarlo de alguna forma, de manera peculiar. Los roles se intercambian. La señora Bartolotti es un desastre como madre; no le preocupa que la comida de Konrad sea nutritiva ni se acuerda de comprarle el material del colegio. Por el contrario, el niño es el prototipo de hijo perfecto que muchos padres querrían (o eso dicen). Obviamente, su perfección sólo puede ser tal porque es completamente artificial.

Sin embargo, cuando se descubre que la señora Bartolotti nunca debería haber recibido a Konrad, esta tratará de enseñarle a comportarse como un niño normal, que se ensucia, juega, se enfada y tiene berrinches porque no quiere ir a dormir.

Los que sigáis más o menos mis reseñas, quizás os habréis dado cuenta que una de las cualidades que más valoro en una novela es la crítica social. Y si esta está ligada al humor (cuanto más absurdo y/o ácido mejor), la combinación da como resultado un cóctel de letras perfecto. Por eso Konrad o el niño que salió de una lata de conservas (adoro este título, por cierto) me gustó tantísimo en su momento. Es un libro divertido dirigido a niños de más de doce años (aunque es de esos libros que yo recomendaría a adultos que quieran recuperar partes de su infancia) en que se critica de una forma muy original la hipocresía que tiñe el mundo de los adultos.

6 comentarios :

  1. xDDDDDDDDDD Prometo que pronto usaré a la pobre máquina.

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  2. Jajajajajaj que gracioso!!!

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  3. Dios, pero qué bueno XD
    Qué recuerdos con El Barco de Vapor... Cómo olvidar El pirata Garrapata y otros tantos libros que nos obligaban a leer, pero que en el fondo nos gustaban♥

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  4. Pobre Máquina jaja
    Yo me acuerdo que siempre teniamos en la estanteria una monton de libro de El Barco de Vapor y que el último dia de clase nos regalaban dos a cada uno^^ ¡Y que ilusión nos hacía!
    Jajaja
    Un beso!

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  5. si! recuerdo que yo lei un libro de christine en mi niñez! y me encanto :D

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  6. bn lo he usado en un trabajo y un 10 me han puesto

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